Detrás de un sojal, una FAMILIA a quien amar y recordar.
La misión en Pindo ha sido una
rica experiencia misionera, cada misión despierta un sentimiento diferente, una
nueva experiencia y esta vez estuvimos en una zona en la que predomina la mayor
producción de soja del país. Cultivos, polvos, maquinarias…un pueblito nos espera con alegría.
Hemos visitado allí a más de
200 familias, conocimos muchas historias de familias, sobre todo de la realidad
femenina en ese lugar, en esa comunidad las mujeres que luchan por su dignidad ya
sea en su hogar o en la comunidad, existen también ciertos indicios de
violencia contra la mujer, escuchando estas historias hemos probado una vez más
el sabor amargo de impotencia y sobre todo nuestra pequeñez ante una realidad
tan compleja; pero que a la vez nos ha
reafirmado el espíritu misionero de Jesús, llegando a los más pobres del Reino,
llevando una palabra de esperanza y de paz.
También hemos compartido la
alegría de tantas familias que nos recibieron en sus casas y participaron en los
encuentros en cada comunidad: la recompensa más grade recibida. El hecho de haber sido acogidas en una casa de familia nos
hizo sentir una de los 72 discípulos a quienes envió Jesús con el mandato de
anunciar el Reino. Cada familia nos ha dado lo mejor desde la compañía, el
alojamiento, alimentos, más que nunca nos hemos sentido Enviada- Misionera, ha sido reconfortante por el hecho de ir como Misionera Claretiana haciendo
también presente nuestro lema “amor
recibido y amor entregado”. Silvia, Dora, Alicia
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