miércoles, 24 de octubre de 2012

PADRE CLARET


Claret nace el 23 de diciembre del año 1807 en Sallent, donde transcurrió la infancia y los primeros años de su juventud.

A los cinco años, él  pensaba en la eternidad: por la noche, sentado en la cama, quedaba impresionado por aquel "siempre, siempre, siempre". Él mismo recordaría más tarde siendo Arzobispo: "Esta idea de la eternidad de penas quedó en mí tan grabada, que, ya sea por lo tierno que empezó en mí o ya sea por las muchas veces que pensaba en ella, lo cierto es que es lo que más tengo presente. Esta misma idea es la que más me ha hecho y me hace trabajar aún, y me hará trabajar mientras viva, en la conversión de los pecadores". (Aut. nº494).
Claret tuvo un gran amor a la Virgen María, y en especial a la Inmaculada que se venera en la ermita de Fusimanya, situada a tres kilómetros de Sallent, y a la cual peregrinaba a menudo solo o bien acompañado de su hermana Rosa.                                                                                
Toda su adolescencia la pasó Antonio en el taller de su padre. A los17 años de edad fue  a Barcelona con la intención de especializarse en la fabricación textil, a los 21 años dejó Barcelona y se traslada a Vic para emprender un nuevo camino: camino al sacerdocio misionero.  
Claret sintió la elección de Dios, se enamoró del amor de Dios, que lo hizo misionero de su voluntad y desde ahí predicó el amor reciproco: La Palabra, la presencia del Resucitado, la cruz, la Eucaristía, María, la Iglesia comunión, fue preparado e invitado por Dios  a proclamar la Buena Nueva a los pobres. (15 días con Claret, Leandro Fanlo)

A los 27 años, el 13 de junio de 1835, fue ordenado sacerdote por el obispo de Solsona, Fray Juan José de Tejada, Su primera misa la celebró en la parroquia de Sallent el día 21 de junio, con gran satisfacción y alegría de su familia. Su primer destino fue precisamente Sallent, su ciudad natal. Se  entregó en cuerpo y alma a los quehaceres sacerdotales a pesar de las enormes dificultades que le suponía el ambiente hostil de su ciudad natal. Su caridad no tenía límites.
Con un hatillo y sin dinero, a pie, atravesó los Pirineos camino de la ciudad eterna (Roma). Allí Claret hizo los ejercicios espirituales con un padre de la Compañía de Jesús. Y se sintió llamado a ingresar como novicio jesuita. Había ido a Roma para ofrecerse como misionero del mundo. Una enfermedad -un fuerte dolor en la pierna derecha- le hizo comprender que su misión estaba en España.
A su regreso a Vic;  en julio de 1841, cuando contaba 33 años, recibió de Roma el título de Misionero Apostólico destinado al servicio de la Palabra, al estilo de los apóstoles. A partir de entonces su trabajo fue misionar siempre a pie, con un mapa de hule, su hatillo y su breviario.
El 16 de julio de 1849, en una celda del seminario de Vic fundaba la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, idea que venía madurando desde hacía tiempo. Tenía 41 años “Hoy comienza una grande obra" -dijo el P. Claret.  El mismo año el 4 de agosto recibe el nombramiento como Arzobispo de Santiago de Cuba, allí inicia su tarea apostólica y misionera.
En 1857 fue nombrado confesor de la Reina Isabel II y vuelve a España. Son años de inmensa labor apostólica en Madrid, Segovia y en muchos lugares de España. 
El P. Claret cada día dedicaba mucho tiempo a la oración. “No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en orar, trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la gloria de Dios y la salvación de las almas (Aut 494) 
El 23 de julio de 1870, en compañía del P. José Xifré, Superior General de la Congregación, llegaba el Arzobispo Claret a Prades, en el Pirineo francés. La Comunidad de misioneros en el destierro, en su mayoría jóvenes estudiantes, recibió con gran gozo al fundador, ya enfermo. Él sabía que su muerte era inminente.
 El P. Claret tuvo que huir, se refugió en el cercano monasterio cisterciense de Fontfroide. cerca de Narbona, donde fue acogido con gran alegría, su salud estaba completamente deteriorada . El P. Jaime Clotet no se separó de su lado y anotó las incidencias de la enfermedad.
El  día 24 de octubre por la mañana entre oraciones Claret entregó su espíritu en manos del Creador a los 62 años.
Su cuerpo fue depositado en el cementerio monacal con una inscripción de Gregorio VII que rezaba: "Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro".
Los restos del P. Claret fueron trasladados a Vic en 1897, donde actualmente se veneran. El 7 de mayo de 1950 el Papa Pío XII lo proclamó SANTO. Estas fueron sus palabras aquel memorable día: "San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aun en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y, entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios".






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